JAVIER URONDO EN LA EVOCACIÓN DEL PADRE


  En sólo dos horas, Javier, hijo de Paco Urondo pudo matizar el entorno del poeta, su intervención en proyectos culturales y periodísticos así como su consagración a la militancia en una época que se debatía entre los golpes militares y la posibilidad de  transformación social. A continuación se leyó el testimonio del Jefe del D2,  Pedro Sánchez Camargo, tomado en 1987, donde se hace referencia al operativo que terminó con la vida de Urondo y la desaparición de Alicia Cora Raboy
  Javier Urondo se enteró de la muerte de su padre a través del diario. Desde que el escritor arribó a Mendoza, en abril del 76 no había tenido noticias sobre él, sobre su hija Ángela y sobre su compañera Alicia Cora Raboy. El brutal episodio en el que fue abatido y en el que secuestraron a Alicia lo conocería con detalle tiempo después de boca de René Ahualli “La Turca” quien también viajaba en aquel Renault 6 que fue interceptado por la policía en la esquina de Remedios de Escala y Tucumán de Dorrego. No obstante, la que  se ocuparía de esta trágica historia fue la hermana del poeta, Beatriz Urondo, quien consiguió le entregaran los restos de Paco (en condición de NN)  para ser inhumados en la bóveda familiar y recuperó de la Casa Cuna a Ángela, la hijita de la pareja.
  Los testimonios del hijo del poeta militante  sirvieron para pintar la vida de Urondo antes de que en la agrupación Montoneros, a la que pertenecía, se decidiera su traslado. Recordó el itinerario de su padre como protagonista en las letras. Detalló que fue secretario de Cultura de Santa Fe durante el Gobierno de Dr. Frondizi y Director del departamento de  Letras de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA durante el camporismo. Francisco Urondo escribió poesía, obras de teatro, guiones de TV y una novela. Publicó en nuestro país y en el exterior.  Formó parte del staf de la revista Leoplan; escribió para suplemento cultural del Diario La Opinión en su época de oro; fue figura clave en la redacción del Diario Noticias y en fecha próxima al golpe estaba en el armado de la Revista Información; él jovencito participó tanto en este último proyecto como en el diario Noticias junto a su padre
  Javier Urondo, que en el momento del asesinato de su padre tenía 19 años, relató que su hermana Claudia lo acercó  al peronismo,  hasta ese momento el escritor había mostrado su compromiso con el pueblo a través de su obra poética y de su trabajo como periodista. A través de ella, se vinculó a la FAR (Fuerzas Armadas Revolucionarias), organización que se fusionaría con Montoneros. Además agregó que, a pesar de su corta edad él también participaba.” Mi militancia fue siempre como familiar, era una casa de militancia”; el joven se alejó del activismo en 1976 y vio a su padre por última vez en Buenos Aires antes de su traslado a Mendoza.
  A modo de conclusión Javier Urondo remarcó que dentro de su dolor de haber perdido gran parte de su familia durante la dictadura (además de Paco desaparecieron el en ’76 su hermana Claudia y su cuñado Mario Concurart), pudo hacer el duelo de su padre ya que tuvo la suerte que no tuvieron muchos  porque a la familia  le entregaron el cadáver.  Por último expresó, “quiero reivindicar la vida y la entrega de mi padre a sus convicciones. Espero que este juicio sirva como ejemplo de justica para toda la gente que la necesita”
Testimonio del fallecido Pedro Sánchez Camargo
Por secretaría se dio lectura al testimonio tomado en 1987 a Pedro Sánchez Camargo, jefe del D2 entre 1975 y diciembre de 1977; precisamente en el periodo en que se cometieron los mayores crímenes dentro de ese Centro Clandestino de Detención.  Tal como sucede habitualmente, el uniformado aseguró que el trato hacia los detenidos era “normal” con “asistencia espiritual” a cargo del capellán Moreno y “atención médica” de galenos del Departamento de Sanidad Policial. 
A pesar del empeño de Sánchez Camargo por desconocer lo sucedido en ese CCD;   de la lectura del testimonio se puede inferir como estaban organizadas las fuerzas represivas y como se ejecutaban los operativos.  Aseguró en la declaración que las órdenes generales se impartían desde la 8va Brigada, perteneciente al Ejercito, pero agregó una perlita, dijo que dos oficiales de policía obraban con relativa autonomía y actuación central en los procedimientos por ser enlaces con el Ejercito, ello eran Osvaldo Fernández y Eduardo Smaha  Borzuk, el mismo que en el momento de la lectura dormitaba al costado del Tribunal. 

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